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viernes, 27 de septiembre de 2013

Elecciones

- Hola ¿Puedo pasar???
No se oye respuesta, parece una habitación vacía. Entro...
- ¿Hola??? ¿Hay alguien???
Silencio sepulcral... Luces apagadas, solo un hilo de luz que entra por una ventana. Poco para ver, mucho para imaginar, agradable para mi gusto...
Cierro la puerta tras de mi y la habitación se vuelve mas oscura. Huelo en el aire un olor ligeramente ácido. Aguzo la vista, un reflejo, ningún movimiento. Escucho, la calle, un perro ladrando, no mas que eso. Intento un paso corto, furtivo, sigiloso, la madera cruje bajo mi pié, me detengo un momento. El silencio sigue asfixiante, continúo moviendome, otro paso, ya distingo bultos pero nada se mueve. Sigue otro paso, la luz de un automóvil como un rayo, todo se ilumina y vuelve a huir frente a mis ojos, solo un instante pero ya la ví, adelante a mi derecha, inmóvil, espectante.
¿Qué sigue?
Otro paso mas, estoy dentro del haz de luz, puede verme, finjo no saber donde está, mi paso va hacia adelante pero no hacia ella, igual estoy mas cerca, por el rabillo del ojo miro fijo a su posición, sin voltear la cara, se que me observa, ella no sabe que yo lo se, tampoco quiero que lo sepa, todavía no...
Huelo de nuevo, su olor la delata, un perfume ácido que no reconozco.
Simulando no entender lo que sucede pregunto con voz temblorosa una vez mas
- ¿Hola? ¿Estás ahí?
EleccionesComo una fiera enajenada salta sobre mí, se me arroja con fiereza, es el momento, ahora o nunca, la suerte esta echada, pero con la crueldad y el suspenso de la moneda que gira en el aire y se demora en caer, se demora en dictar su sentencia ¿Cara o cruz? ¿Amor u odio? ¿Vida o muerte? La moneda sigue girando, dilatando el tiempo, suspendiendo el suspenso ¡Que caiga de una vez! ¡Que asesine esta incertidumbre!
La suerte está echada, pero la inmisericorde moneda se niega a caer, parece suspendida en el aire fino y con su perfume ácido, desafiando a la gravedad, por cada giro un latido, por cada latido una vida, por cada vida una eternidad...
Tiempo, me sobra el tiempo para maldecir a la moneda, a su suerte, a la fiera enajenada que se arrojó sobre mí con sus ojos inyectados en sangre ¿Sufrirá ella también la brutal espera? ¿Sabrá ya si será cara o cruz?
¡Al diablo con la moneda! Poco me importa lo que su suerte me diga.
Desenfundo mi arma y disparo -sí, así de larga era la espera-, puedo ver en cámara lenta la bala de plata zurcando el aire, directo a su corazón, impactando entre sus pechos, consumiendo el fiero fuego de sus ojos.
Ambas caen al mismo tiempo, ella y la moneda.
La moneda cae cruz, la loba de cara al techo, invisible en la oscuridad.
Alguna vez fue una bella mujer, ahora es una loba mas en mi cuenta.
Un cheque que hubiera preferido no cobrar.
Maldita moneda que se demoró y no le dió su oportunidad.
Yo había elegido cara antes de entrar...