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lunes, 15 de diciembre de 2014

Indoloro

_ En pos de ir un poco mas allá, aveces hay que quedarse un poco mas acá...
_ Igual, hasta mi paciencia tiene un límite, hasta mi lado bueno se agota. ¿La verdad? La verdad es mi mejor arma, un látigo de siete puntas no haría tanto daño, creeme.
_ ¿Debo tomar eso como una amenaza o qué? replico ella dando un salto en la cama, sus ojos se clavaron como puñales en la nunca de David, tanto que él mismo los sintió, aún así siguió dandole la espalda.
_ Ves amenazas en todos lados, no seas paranóica, solo digo que la verdad mal usada puede lastimar tanto como tus mentiras.
_ Entonces mis mentiras son tan malas como tus verdades -dijo ella con aire de triunfo-
_ Y entonces vuelves a equivocarte, la verdad puede hacer el mal pero no puede rebatirse, las mentiras cuando son descubiertas dejan de hacer daño.
David dio media vuelta y la miro directo a los ojos, el amanecer apenas iluminaba la habitación pero era suficiente para ver la ira en la cara de Lis.
_ Ahora me marcho para siempre, es una verdad, es irrefutable, y mañana va a empezar a dolerte.
Abrio lentamente la puerta, mientras pasaba por ella se escucho un estampido, un bulto pesado que caía y el silencio absoluto. David yacía en el piso en un charco de sangre, Lis todavía no bajaba el arma humeante. Luego, con suave e irónica voz susurro: "Me dolera, te prometo que mañana me dolera..."