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miércoles, 23 de octubre de 2013

Rey en esta jungla

Y de pronto nada tiene sentido. Quería desaparecer -ya no espero que la tierra haga el favor de tragarme- sin dejar rastros y evitar la contienda.
Pero ahí estabamos los dos solos, encerrados sin escapatoria, jugando al juego del látigo y la silla. Uno de los dos debía tomarlos y someter al otro que, como un león enjaulado rugiría pero obedecería las órdenes renunciando a su derecho de "Rey de la Selva".
¿Cómo fué que terminamos así? Era una charla de domadores, pero allí estaban la silla y el látigo, y sin darnos cuentas su poder nos sedujo...
Ni en sueños pude imaginar el placer de domar a un domador, y no lo hubiera creído hasta el momento en que voluntariamente me cediste el látigo.
Su poder fue mas fuerte que el nuestro y sin embargo ninguno de los dos se lo agradeció. Pero si recuedo haberte dado las gracias por ser tan buena leona, tus rugidos lejos de asustarme lograron que usara mas hábil e inteligentemente el látigo que alguna vez blandiste con tanto orgullo.
Cediste bajo mi poder.
Yo cedí bajo el poder de la silla y el látigo.
¿Acaso hay otro poder que seduzca al látigo y a la silla por igual...?